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Truncadas Clases para un Mañana Mejor - Parte 1

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[Cáceres, una noche cualquiera, un mes antes de los eventos del orfanato]

 

La joven Patricia corría por las calles. DD llevaba unos días raros, pero esta noche parecía que se le había ido de las manos. Por alguna razón el theurge se había puesto a gritar hasta rasgarse la garganta, y lo único cabal que acertó DD a decir fue que buscase a Ekaterina.

 

Cuando la muchacha la localizó, sin aliento, apenas musitó unas palabras.

- Ekaterina, DD me ha dicho que te necesita. Está como loco, y no sé que ha hecho, pero seguro que la ha cagado una vez más…

 

Kat, sin mediar palabra, comenzó a andar de forma resoluta hacia la casa del garou, asustada por qué podría haber hecho ahora.

 

La casa de DD era una construcción un tanto antigua, de una calidad dudosa. Por fuera parecía una casa más, pero ante la visión de Ekaterina lo que se alzaba era una pequeña fortaleza cubierta de telarañas. Dentro de la casa, a ambos lados de la Celosía, parecía lo que era. Cucarachas campaban a sus anchas, paseándose por entre decenas de trastos electrónicos a medio montar y desmontar, mientras las esquinas del techo las tomaban por asalto pequeñas arañas, acomodándose. Por doquier cuelgan bombillas encendidas sin ningún tipo de lógica.

 

Asustada por el entorno, la parentela ciega musita:

- ... ¿Décimo Digito?

 

Desde detrás de una puerta cerrada, una voz queda y apenas audible respondió.

- ¿Ekaterina? ¿Eres tú? - La voz estaba rasgada de tanto gritar. Fuera lo que fuese lo que había pasado, había tenido un buen rato gritando al theurge.

 

Un sonido de manipular de cerrojos estúpidamente largo se oyó antes de la que puerta se abriese. Al otro lado, un DD delgado, semidesnudo, mostrando cicatrices y tatuajes, mal afeitado y, sobre todo, con la cara ensangrentada, apareció. Una venda improvisada tapaba sus ojos, mientras sangre fresca manaba por debajo de ella.

- Trish, marchate con tu hermana, por favor. Gracias por avisarle, pero ahora es mejor que no estés aquí.

 

En cuanto Patricia se fue, Kat se acercó cautelosamente a la figura de DD. Sus ojos se movían nerviosos, escudriñando al otro lado del velo, tratando de ver qué le afligía al Garou.

- Huele a sangre… ¿qué te ocurre? ¿Es tuya?

 

En el otro lado, el crinos lloraba sangre. La imagen era dantesca. La sangre manaba desde unas cuencas vacías, le faltaban ambos ojos. Unas heridas, muy similares a las cicatrices de Ekaterina, rodeaban las negras oquedades. Las ventanas de su alma, arrancadas de cuajo. Por si eso no fuese suficiente, la herida del pecho aun mostraba la carne, abierta como unos labios pidiendo besos. Y su hocico, su nariz, estaba quemada por algún tipo de químico. 

- Puede que sea mía, sí... Creo que se me ha ido de las manos.

 

El crinos (y DD) le tendieron la mano. A tientas, buscaban dónde está Ekaterina. Tocaban el aire con miedo, como si solo por rozarla pudieran hacerle daño.

 

- Pasa, no te quedes ahí.- dijo DD.

 

Al verlo, la pariente se quedó helada. ¿Qué clase de locura aflige a alguien para hacerse eso a sí mismo? Poco a poco se fue sobreponiendo, reaccionando lentamente, para buscar la mano del muchacho con mucha delicadeza.

- Por el amor de Gaia… ¿Qué te ha pasado? - la voz sonaba genuinamente preocupada.

 

La mano de Kat localiza la de DD, y al apretarla notó que estaba húmeda y pegajosa de sangre empezando a coagularse. El olor le golpeó casi tan fuerte como la evidencia de que DD es idiota. Al tocarla, la chica no pudo evitar llevarse la otra mano a la boca, asustada y sorprendida.

- Hay que ser útil en la guerra, ¿no? Aunque sea un Urrah, un paria, ¿no? Decidí arrancarme los ojos para dárselos a los espíritus.

 

A pasitos cortos, ambos entraron en el cuarto. Arrastrando los pies, DD trató de no tropezarse con nada, a pesar de que lleva tiempo viviendo ahí y conocía cada detalle como la palma de su mano.

- Siéntate en la cama, Ekaterina. Gracias por venir... Sé que no lo merezco.

 

En shock, la ciega se dejó guiar hasta el cuarto, sin soltarle la mano.

- Los ojos… tu puerta del alma…- ella susurró mientras caminaba. Con sus manos tanteó la cama, buscando una zona libre de obstáculos.- Siéntate a mi lado, por favor. Y te pediría que no me dijeras si mereces que esté aquí o no, es mi decisión hacerlo. Y vale cada segundo-. Su tono era mucho más suave de lo que convenía a una regañina, dejando notar que está camuflando emociones en ella. - ¿Qué pacto hiciste, Phil?

- Mis ojos durante un tiempo a cambio de poder ver más en el futuro. A cambio de un amuleto que permita ver 360 grados. Que permita que un guerrero vea todo en la batalla y sobreviva mejor... - La voz se iba desinflando al exponer las razones.- Pero duele tanto…

 

Kat alzó su mano hasta el rostro humano de DD, con mucho cuidado y mucha delicadeza, para rozar con las yemas de sus dedos las heridas del lobo.

 

DD se encogió al contacto, como un perro apaleado.

- ¿Con quien hiciste ese trato? ¿Te ha merecido la pena? - La ultima pregunta la dejó escapar más suave, más maternal.

- Con un espíritu de un radar. Él ganaba ver las cosas como un humano, y yo como un radar. Y ahora mismo no merece la pena. Duele. Mucho. Y hacía tiempo que no sentía contacto físico no violento con nadie…

 

Aunque no podía verlo, a través de su magullado olfato Philip percibió el salado olor de las lágrimas. Con mucho cariño Kat fue recorriendo las marcadas heridas, como una madre que examina las heridas de su hijo. 

- Esta lucha es muy cara, y has pagado un precio muy injusto por ello… Mala suerte la maldición que cae sobre nosotros… - Sus manos se separaron del rostro demacrado del hombre y empezaron a rebuscar en una bolsa en su cintura, buscando algo. Un olor fuerte a ungüento con romero inundó la estancia.- ¿Dónde tienes algo de agua corriente? ¿Y paños limpios? ¿Dónde estaba tu hermana cuando hiciste esto?

- Mi hermana... jijiji… - Una risita histérica le brotó como el agua de una fuente.- Se ha olvidado de mi. Literalmente. No sabe quien soy. Igual que mi padre, al que el Alzheimer le ha hecho olvidarme. Quizás sea lo que deberían hacer todos. Olvidarme.- Suspiró.- Hay agua fresca en el baño, pero no sé llegar. Es la segunda puerta a la derecha, pero siento miedo si salgo de aquí. El mundo se ha vuelto muy grande y muy oscuro. Paños... ni puta idea. Cogí la primera cosa que toqué para taparme las heridas.

 

La respiración de Kat se congeló al escuchar la situación de su hermana y de él. Suspirando, se acercó para cogerle de la mano suavemente.

- Le pediré a Fabián que te haga un bastón cuanto antes, no sabemos cuánto tiempo vas a estar así. Pero sobrevivirás, ¿vale? No vas a caer en el abismo que es el olvido, como que me llamo Ekaterina Grigori Romanseck que no lo permitiré. - Muy lentamente, recordando ese pasado tan reciente y lejano a la vez, en el que ella misma estuvo así, tiró de la mano del Morador. Su contacto buscaba consolarlo, guiarle en esa enorme oscuridad que ahora le envolvía.- ¿Cómo que tú hermana te ha olvidado? Recientemente me habló de vuestro pasado en el orfanato, aunque no dijo tu nombre...

- Un trato que salió mal, parece ser. Ofreció sus recuerdos, y le cobraron los que nos tenía de mi padre y de mi.

 

DD caminaba vacilante, casi como un niño que aprende a andar. Lo único que le ataba a la realidad y a la cordura era la mano de Ekaterina.

- Ekaterina... ¿por qué te levantas cada día? ¿Por qué me ayudas? ¿Qué te hace seguir sonriendo? Eres rumana y gitana en un país racista y fascista. A mi me pesa en el alma cada vez que me llaman Urrah, que me miran mal, que me desprecian o me hacen de menos. Cada una es un clavo en el ataúd de mi ánimo y de mi cordura. ¿Por qué sigues en pie?

 

La sabia paró levemente su avance al baño para coger de ambas manos a DD mientras le habla, dándole contacto físico constante.

- A veces me pregunto yo también eso… Supongo que es porque tengo fe, una fe ciega a que el mundo se merece una oportunidad, y que si quiero que hayan cambios en el mundo, debo empezar por mi misma. En realidad no soy rumana, soy rusa y desciendo de una familia que creía en las maldiciones y en las pesadillas. Huí de ellos en cuanto me arrebataron lo que era mío, y los Romanseck me enseñaron mucho más de lo que pensaba. Me enseñaron a aceptar que nunca voy a ser lo que otros esperan de mi, que el destino y la verdadera madre nos marca antes de nacer. Pero por eso mismo somos importantes. Siempre buscamos fuera lo que nace de nuestro propio espíritu. Nuestros días felices no pueden depender del deseo ajeno, si no, nunca lo seremos.

- ¿No te duele sentirte despreciada? A mi me hiere. Me hace ver que no tengo precio, pero porque no valgo nada. Por eso trato siempre de ir más allá en todo, y eso me erosiona…

- Claro que me duele… Pero también es cierto que antes me dolía más. Cuando los niños me llamaban fea o monstruo lloraba en mi cama durante horas, sintiendo que nunca iba a ser querida… Pero un día, tirándome las cartas me dieron una respuesta, me marcaron como la carta de los amantes, junto al mundo. Me dijeron que tenía que amarme a mi misma, ser mi propio templo y construirlo con amor poco a poco. Apreciar lo que aporto en este mundo más de lo que los demás quieran o puedan ver.- Paso a paso, arrastró a DD al baño, para empezar a limpiarle las heridas con el agua de la ducha con mucha dificultad. El esfuerzo que hacía era patente pero intentaba ocultarlo con todas sus fuerzas. - ¿Tu crees que no tienes precio de verdad?

- Estoy seguro. Soy un despojo. Siempre llego tarde y mal a todo, y me creo más de lo que valgo.

 

DD se dejó hacer y limpiar, tratando de no poner muecas de dolor y de ser fuerte. Llegado un momento, se desmoronó y comenzó a temblar como si sollozase. Al notar los temblores, Ekaterina casó de limpiarle, para rodearle con sus brazos con mucha suavidad.

- ¿Por qué te dices esas palabras, Décimo Dígito? ¿Quién te las ha metido tanto en tu espíritu que ahora son tuyas? Eres alguien con un corazón bondadoso, que sabe lo que es la palabra altruismo y comprensión, pero no la reconoces hacia ti mismo. ¿Qué has hecho para decirte eso, cachorro mío?-El tono era demasiado maternal para la edad que tiene Kat y la diferencia que se llevaba con DD, pero le salía natural. Su decisión a cuidar del resto, de los que estaban rotos, quedaba patente.

- No lo sé, las voces de mi cabeza... los garous... todo...- Abrazado como un niño chico, se acurrucó y rompe a llorar.

 

Kat le dejó llorar y desahogarse un largo rato cantando una suave canción.

 

Aunque te encuentres perdido

y no encuentres el camino.

Aunque no te queden fuerzas, escúchame.

No estás solo en la batalla

esto es por la madre Gaia.

Mira el cielo y ven conmigo cumple tu promesa así que ..

Aúlla al sol que te calienta 

aúlla el viento que te mece, 

aúlla a la luna que te escucha,

aúlla Garou.

Canta para las estrellas,

Canta junto a tu familia

Canta a la madre Gaia.

Parentela canta tú también. 

 

Las palabras se deslizaban de la boca de Ekaterina directamente al oído de DD, vertiéndose en su corazón, acariciándolo, confortándolo. Cada verso se iba tatuando en su alma, como si estuviesen escritos solo para él. Las lágrimas no cesaban, pero poco a poco hacían que la amargura se fuese diluyendo en el agua que brotaba. Los sones aun retumbaban en sus oídos cuando consiguió comenzar a respirar tranquilo.

 

Cuando el muchacho se calmó un poco,  Kat le dio un suave beso en la coronilla, intentando no rozar sus heridas. 

- Cuando vengan esas voces, recuerda quien eres. Cuando vengan los garou, recuerda quien eres. Eres un guerrero, eres un hermano, eres un amigo, eres alguien que merece ser amado. Y aunque el mundo no lo entienda, algunos de nosotros si lo hacemos. No somos mejor que tú, tú también puedes hacerlo.

 

Con la canción, los mimos, y el roce más parecido a una madre que nunca ha sentido DD, se comienzó a calmar. Lentamente y a pasitos, pero se iba calmando.

- Enséñame a ser como tú. No me dejes caer dentro de mi mismo. Hay mucha oscuridad ahí abajo.- dijo él.

 

A Kat se le encogió el corazón al escuchar esas palabras y le abrazó con quizá un poco más de fuerza de lo que debiera durante un instante. 

- No dejare que te caigas, y estoy segura de que otros estarán ahí para ayudarte. En la oscuridad más profunda, hasta la más pequeña luz resalta más que lo demás. Te ayudaré a encontrar esa luz que los demás vemos en ti, DD. Aunque también es cierto, que el poder más grande que alguien puede tener en ti, eres tú mismo. ¿Me dirías algo bueno tuyo? Algo que creas que sólo tú puedes ofrecer a Gaia, yo tengo muchas respuestas para eso, pero tiene que ser tú voz quien calme el dolor de tu espíritu.

- ¿Algo que solo yo pueda ofrecer a Gaia? Nada. No soy único. Solo otro subproducto de una sociedad. Un muñeco criado en base a unos patrones, que se repiten en otros miles de personas más. Los humanos como yo no suelen ser únicos.

- No eres solo humano, Philip “Décimo Dígito” theurge cliath de los moradores del cristal. Eres muchas cosas, la nada es lo más cercano al abismo que tenemos, y tú eres mucho más que la nada. Vamos, se que puedes dar con una respuesta. No somos copias los unos de los otros. ¿Crees que yo, una ciega y extraña en estas tierras, tiene más que ofrecer que tú que proteges tu hogar?

- A los hechos me remito. Tú has venido en cuanto alguien ha necesitado ayuda. Aunque ese alguien sea un Urrah. Yo, lo máximo que hago es comprar cosas útiles con el dinero de otro. Cualquiera puede hacerlo.

- Mhn… dinero…-como si hubiera encontrado una respuesta, ella sonrió.- Quizás mejor hablar en tus términos. ¿Si te encuentras un billete solo en un banco en perfecto estado lo cogerías?

- Ehhh... ¿si, claro?

 

DD dudó ante el cariz que está tomando la conversación. Formalmente hablando, Kat estaba desequilibrando sus argumentos

- ¿Y si está debajo del banco lleno de barro? -la voz de Kat sonaba muy calmada, intentando transmitir toda la empatía posible hacia el garou.

- ¿Probablemente sudaría de él?

- ¿De veras pasarías de un billete porque tiene barro?

- Casi seguro. Para mi, el dinero existe. No es algo que importe en sí mismo. Sé que suena presumido, pero nunca me ha preocupado excesivamente. Y eso que he sido "pobre", como cualquier huérfano. Solamente es una herramienta útil, pero herramienta. Llega a nuestras manos, y se usa, sin más.

- Me sorprende que digas eso, pero para la mayoría sería igual de importante tengo entendido. Y al igual que el billete, todos tenemos un valor que no varía en base a cómo estamos. Importa qué somos. Como arreglamos nuestros errores, no como los cometemos.

- Tengo miedo a ser un error. Un farsante. A que alguna entidad suprema se equivocó al hacerme, y que la gente crea que soy más de lo que soy

- ¿Crees que tu juicio es más certero que el de la madre de todos? -Aunque el tono fuese suave, la pregunta era más severa que las anteriores.

- ¿Crees que Gaia nos ha creado a todos y cada uno en inidividual y a conciencia? Porque yo no. Creo que deja que las cosas pasen. Y puedo haber sido por error, como otras tantas cosas…

- Los errores existen, claro. Pero creo que hay algo que por desgracia o por suerte nunca será un error, y es el amor que siente una madre por sus hijos. -Kat se sentaría delante de él, arrodillándose con dificultad.- Nos han hecho creer que es así, pero no es cierto. Es otra mentira que ciega nuestra verdad. Fuiste elegido, por error o por voluntad, es indiferente en realidad, lo que importa es que vas a hacer con ello. El mundo es cruel, oscuro y sin ninguna luz a la vista, pero se de primera mano que hasta en la más absoluta de las cegueras, sigue habiendo colores y matices en ella. Y tú eres uno de esos matices, DD. Das al mundo color, a mi mundo. Permítete verlo como lo hacemos quienes te vemos de verdad.

 

De nuevo DD, conmovido, se echó a llorar.

- Enséñame a ver por tus ojos. Quizás así entienda más.- Los sollozos duran unos instantes, más largos de lo que querría el Morador.

 

Ella le escuchaba mientras él lloraba, poniendo sus manos en las rodillas de él, paciente.

- Es algo que tienes que aprender por ti mismo. Yo te puedo acompañar sin duda ni problema, pero aprender a quererse es un camino que haces para ti mismo y por ti mismo. No lo harás solo, eso te lo prometo, pero tendrás que luchar por ti mismo.

 

 

 

Realizado por: JJ y Ariadna 

Lora "Raccord-de-la-Tejedora" Dempsey

Curiosa y fiel sierva de Tejedora. El efecto 2000 se avecina... Los números son la clave.

Sitio Web: rabiaenladehesa.revcc.es/ Email Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.