Era lo mejor, continuar en el Salugral seguiría atrayendo a la maldición que la perseguía. Si seguía cerca de Roque él moriría o Camino seguro. No quiso pensar en él. Si se iba, él podría seguir los pasos de su amada lupus sin sentirse culpable. Cuando habían estado conectados por los lazos de la manada había sentido cuán profundo eran sus emociones por ella. La envidiaba. ¿Qué sería ser amada así?.
Sintió ganas de vomitar de nuevo y cogió la mochila para correr hasta los baños. La puerta golpeó la pared cuando entró a toda prisa, cerrándose detrás de ella en el cubículo. El olor era fuerte y el suelo estaba sucio. Tampoco importaba. El estómago se le contrajo una vez más haciéndola caer de rodillas y vaciando lo poco que quedaba dentro de ella. En su mente un fogonazo. Cuarenta cuerpos de niños en una habitación silenciosa. La angustia la recorrió paralizándola, a duras penas se sentó y apoyó la espalda en la puerta mientras hiperventilaba.
Para.
Para.
Para.
Pesadilla.
Voz de Garm le había dado ese nombre aunque él había opinado que Problemas de pesadilla le pegaba más. Le sentaba bien si. Sus pesadillas siempre se hacían realidad.
Anhelo, sintió anhelo. El poderoso Fenrir no volvería a estar allí, el skaldo no volvería a cantarle a la luna con su poderoso aullido.
“Quédate atrás y no intervengas”.
Su alfa había hablado y ella había obedecido. Por una vez. Cumpliendo su pacto con los espíritus.
Y él estaba muerto quizás por ello.
Como le echaba de menos.
La voz de abrelatas resonó fuerte en su cabeza.
“Quedaos aquí y no hagáis nada”.
Después, una detonación que sonó ensordecedora y.su cuerpo cayo al suelo
El dolor compartido y amplificado por los lazos de la manada entre ella y Roque los había dejado mudos.
- No llores, la Camada no llora por sus caídos, los honra, los honra, volveremos a vernos en el Valhalla algún día…
Cecil se lo repetía una y otra vez tratando de recuperar el dominio de sí misma mientras se balanceaba hacia delante y hacia atrás en el frío suelo.
Salió del cubículo y el espejo del baño le devolvió la mirada, una chica común demacrada con el pelo sucio y la mirada perdida.
Pesadilla dio un puñetazo al espejo con todas sus fuerzas. La imagen se fracturó en mil pedazos mientras su puño comenzó a sangrar.
Rabia.
Era la rabia por un futuro perdido.
Desde la desaparición de lo que para ella había sido su manada había caminado sola. Sola en un mundo donde sentía que ella no le importaba a nadie, que no la entendían, que solo la veían como un problema. Alguien de quien huir, descartar. rechazar.
Se había sentido tan humillada cuando todos la habían apartado mientras formaban las manadas que se había envuelto en una máscara de indiferencia. Mientras su corazón sangraba.
Solo entendió la lección de voz de Garm al final.
Solo entendió el porqué cuando se vio reflejada en el espejo de la prueba de los espíritus.
Hasta que formaron manada.
Cuatro cosas que aparentaban ser diferentes, unidas casi por obligación. Al ver sus almas desnudas resultaron ser iguales.
Los cuatro estaban solos y ya no lo estaban. Su existencia cobraba un nuevo propósito.
Los cuatros se habían forjado en el abandono y la soledad. Los cuatro habían caminando por el mundo sin un lugar al que llamar hogar y como los engranajes de un reloj que comienza a andar había encajado y vuelto a ser funcionales.
Ella había encontrado su lugar en el mundo una vez, una última vez. La misma sensación de sentirse parte de algo, un objetivo común. Cuatro voluntades moviéndose en el mismo sentido.
Fue tan fácil. como si siempre hubiesen trabajado juntos.
Alivio.
Al fin alivio y el mundo había empezado a brillar por las posibilidades.
Cristian no solo le había arrebatado a dos grandes guerreros. Había destruido una vez más su mundo. Le había robado todo lo que podría haber sido.
Cecil salió del baño cuando un bastonazo le dio en la cabeza.
- Así que huyendo otra vez niña tonta.
- Si te quedas a mi lado vas a morir Roque.-dijo ella con voz lúgubre. ¿No tienes miedo? ¿Y cómo demonios me has encontrado?
- Dímelo tú.
Ella pudo sentir, sentirlo, como un hilo invisible que los unía, Que a pesar de todo lo maltrecho que estaban sus corazones permanecía ahí. El vínculo de manada.
No puede ser….¿Aún eran manadas? Y envolviendo todo eso la furia contenida de la tormenta del Entiznao.
- Tenemos promesas que cumplir Pesadilla. ¿Vas a romperlas? ¿te vas, o te quedas?
- Me quedo Roque. Me quedo.
- Vale, pero recuerda. Yo soy el alfa.
Realizado por: Leti